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Leonardo Jiménez Caballero: «…todas las tareas son muy complejas, porque llevan concentración en lo que se hace, percepción de riesgo y mucho autocuidado y cuidado de tu equipo de trabajo.» Foto: Jonathan Ramírez Reyes

«Lo más bonito de todo esto, es el trabajo en equipo», asegura joven voluntario

José Manuel Castellanos Mecías |
02 de Abril de 2021 / 6:00 pm
Leonardo Jiménez Caballero

Leonardo Jiménez Caballero: «…todas las tareas son muy complejas, porque llevan concentración en lo que se hace, percepción de riesgo y mucho autocuidado y cuidado de tu equipo de trabajo.» Foto: Jonathan Ramírez Reyes

Fue hace alrededor de un año, en los inicios de la pandemia por la Covid-19 en Cuba, que la vida en la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI) cambió de manera drástica tanto para profesores como para estudiantes. En medio de todo el desconcierto provocado por esta situación sanitaria a nivel internacional, la UCI comenzó a recibir pacientes afectados por el nuevo coronavirus.

Muchos se vieron en la necesidad de regresar a su tierra para refugiarse en la seguridad de sus hogares al tiempo que se reencontraban con sus familiares, mientras otros se ofrecieron de voluntarios en la humana tarea de ayudar y atender, de manera desinteresada a los pacientes acogidos, víctimas de dicha enfermedad.

Nuestro medio se ha acercado a algunos de los más destacados en esta labor desde sus inicios, tal es el caso de Leonardo Jiménez Caballero, estudiante de la carrera de Ingeniería en Ciencias Informáticas, quien afirma que el hecho de llevar de la mano el estudio y el trabajo en el aislamiento «Implica más sacrificio, tanto para tu preparación académica, como para las tareas del centro de aislamiento que no dejan de ser importantes…».

A lo largo de este período, Leonardo ha desempeñado varias funciones, al preguntarle cuál de ellas fue la más exigente respondió «…todas las tareas son muy complejas, porque llevan concentración en lo que se hace, percepción de riesgo y mucho autocuidado y cuidado de tu equipo de trabajo.»

Al conversar sobre una experiencia como esta, no podemos dejar de mencionar el apoyo de la familia, es una situación muy delicada y uno de los momentos en los que más necesitamos de ese pilar tan importante en nuestras vidas. Es una decisión que para los familiares nunca es fácil de comprender, en el caso de los suyos no hubo excepción. «La primera impresión de la familia fue de negación absoluta, sobre todo mi padre. Es entendible, ningún padre quiere que su hijo se afecte por algo que ni se conocía mucho, el miedo es natural. La parte más difícil que me apretó mucho el pecho fue la reacción de mis abuelos… es duro, nadie le gusta ver un familiar llorar. Tuve que imponer mi petición, ser fuerte ante el momento, y entré a trabajar en el Centro de Aislamiento, aún sin que mi padre estuviese de acuerdo. Mi mamá me pidió mucho que me cuidará, que tenía mucho miedo, pero que todo saldrá bien y que pronto estaré en casa…»

La labor con los pacientes deja muchas huellas, se viven muchos momentos, y una diversidad de emociones. Al preguntarle sobre su experiencia, de manera general, en su paso por el centro nos respondió «Tengo para llenar un libro, de buenas y malas. Me resulta difícil hablarlas, porque son experiencias que te marcan…. Vi pasar muchos pacientes, familias completas, amistades cercanas y otras que hacía tiempo no veía y los ingresé… Pero lo más bonito de todo esto, es el trabajo en equipo, conocer gente especial, de un corazón grande que no les cabe en el pecho, hacer nuevas amistades…eso queda para siempre.»

 

Leonardo Jiménez Caballero
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