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La cocinera del Complejo de Comedores 1, fue sorprendida en plena faena laboral. Este fue el cocido del almuerzo de hoy.

Sosegado trajín entre cacerolas y marmitas

Nairovín Ojeda Durán |
02 de Octubre de 2015 / 10:59 am

La cocinera del Complejo de Comedores 1, fue sorprendida en plena faena laboral. Este fue el cocido del almuerzo de hoy.

No hay nadie mejor en la cocina que mamá, ni mi abuela, frase expresada por muchos, cuando de cocina se habla. Esa es la verdad más indudable del mundo. Todavía no conozco quien diga otra cosa. ¡Aquellos frijolitos negros! ¡Aquel flan! ¡Dios mío el arroz con pollo! ¡La cena de fin de año…!

Si se está en el trabajo y la evocación es próxima a la hora del almuerzo, cuando siempre hay tiempo para unos párrafos, pues mejor, más apetitosamente se mezclan los recuerdos en el caldero de la añoranza.

Pero no olvidemos que otras personas también son madres, abuelas y tías, pero cocinan bien o hacen hasta lo imposible para que esto suceda.

Conozcamos un poco de la vida de Ana, la única mujer que cocina en los Complejos de Comedores de la UCI.

“Primeramente yo trabajaba en la calle 222 como cocinera en una de las Plantas que había allá y esa comida se trasladaba hacia la UCI, para dársela a los primeros estudiantes que hoy son fundadores. Era un trabajo muy difícil, porque requería de una trasportación, dado que se estaba iniciando el Complejo de Comedores 1. Luego nos incorporamos a trabajar aquí y a pesar de eso seguía siendo difícil la situación, porque todo estaba en construcción y había mucho fango, con el tiempo se fueron construyendo los otros Complejos.

“Con el paso del tiempo muchos compañeros  habían renunciado e incluso fundadores, pero yo sigo montada en este tren, porque esto no se para, aún tengo fuerzas, para seguir batallando. Yo me dedico íntegramente a mi trabajo y siempre ha existido una buena comunicación con mis jefes, con todos los que han pasado por aquí. Actualmente son muchachos muy jóvenes, he tenido que ayudarlos mucho, al igual que ellos a mí.

“Ellos no tienen esa experiencia de dirigir una dirección de alimentos, una cocina, un comedor, lo que es una comida y he tenido que sobrellevarlos, porque ellos son más jóvenes que mis hijos, esos que no saben ni echarle sal a una cosa, ni a la otra. Pero van aprendiendo, porque son inteligentes y buenos muchachos, además tienen otras tareas y están cumpliendo con esta de dirigir un Complejo de Comedores. Siempre ha existido una excelente comunicación, imagínate son 13 años que llevo aquí, al pie de las marmitas, los tachos y el calor de la cocina”.

Entre rizas y nostalgia, Ana seguía conversando sobre sus experiencias como cocinera del Complejo de Comedores 1.

“Yo llego a las 7 de la noche y trabajo la madrugada completa. Hago el desayuno y voy adelantando el almuerzo, sobre todo los potajes, las sopas, los postres. Entrego todos estos alimentos y entonces me voy en la guagua de las 9 de la mañana.

“Me gusta cocinar, me gusta ponerle interés a mis platos. Yo pasé varios cursos de cocina, repostería y empecé a cocinar para un número grande de persona allá en mi pueblo de Pilón, provincia de Granma, en el hotel Marea del Portillo. Trabajé también en Cubanacán, es ahí donde me inicio como cocinera y lunchera. Luego me regreso a La Habana en el año 1987 y estando aquí trabajé en una Unidad Militar en el mismo oficio”.

Ella nos cuenta de cómo llegó a la UCI

“Un amigo mío se enteró que el Comandante iba abrir una cosa nueva en la Base de  Lourdes, donde se necesitaban cocineros que fuesen responsables. Sin pensarlo dije ‘bueno vamos a ver cómo es eso allí’ y sin pedir la baja de mi centro de trabajo, venía de vez en cuando y trabajaba voluntariamente e iba mirando cómo era la cosa, hasta que decidí quedarme definitivo”.

Ana, la cocinera del Complejo 1, ha sido beneficiada con los nuevos equipos de cocción que fueron instalados recientemente.

“Los equipos que habían aquí en sus inicios eran de buena calidad, pero con el proceso de explotación se fueron poniendo viejos y muchos se rompieron, la falta de mantenimiento también los afectó. Aquí se cocina mucho, sale un turno, entra el otro y quizás esos equipos llevan un reposo y el trabajo aquí es muy continuo, porque ustedes tienen que comer diariamente.

“Estos son súper buenos, es otra tecnología, las marmitas se parecen mucho a las ollas de nuestras casas. Tienen además una buena presión, un reloj para darle el tiempo necesario a cada plato, uno para el arroz, para los potajes, otro para el arroz moro.

“Los hornos cocinan muy bien, las planchas o sartenes son automáticas, no se queman los alimentos. Con la otra tecnología las planchas tenían las resistencias quemadas y el pollo y las otras carnes se volaban. Aquí no se quema nada ahora. Por eso hay que cuidarlos, limpiarlos bien, darle mantenimiento y los muchachos que nos dirigen son muy exigentes en eso”.

Cuando este reportero llegó al Complejo de Comedores 1, sorprendió a la cocinera en sus trajines habituales. Ana preparaba un cocido de chícharos que por el buen olor y el aspecto, parecía estar muy rico. Ese mismo cocido que hoy los comensales saborearon.

“Yo recuerdo que antes, el primer turno llegaba a cocinar hasta para 8 mil comensales y los primeros equipos que llegaron aquí eran muy sofisticados, pero era mucha comida. Hoy se hace un solo tacho de frijoles o chícharos como pudiste ver, pero tiempos atrás eran seis y hasta ocho sacos de frijoles, 14 sacos de arroz de los grandes; los equipos eran buenos, pero los quemadores se van desgastando”.

¿Cómo se siente Ana haciendo perdurar este sueño del Comandante en Jefe Fidel Castro?

“Bueno es la segunda vez que me encuentro en uno de los grandes proyectos iniciados por nuestro Comandante. Yo fui una de los primeros becados que tuvo la Revolución, formé parte de los Mayitos, esos jóvenes de todos los rincones del país que estaban alojados en las inmensas casas de Miramar eso fue en el año 1966. Estuve hasta 1970, luego me fui a Pilón por problemas de salud y terminé mis estudios en la Facultad hasta obtener el 12 grado.

“La UCI para mí es otra de las cosas importantes en mi vida, es mi trabajo a pesar que me faltan solo tres años para la jubilación. Pero no estoy cansada, porque me gusta mi oficio, a pesar de los problemas personales, esos que todo el mundo tiene, al igual que yo, pero esos se quedan en casa. Aquí solo llega el deseo de trabajar porque hay que salir adelante y sin el trabajo no podemos avanzar, por eso mi compromiso con Fidel”.

Ana es una de esas magas expertas como nuestra madre o abuela que dispara, sin mirar apenas a la olla, un puñado de esto y de lo otro, pizcas de no sé qué y de no sé cuánto. Todo para que la comida quede como para chuparse los dedos.

Hoy la tecnología te puede brindar eso, a pesar que cueste trabajo asimilarla. Esta cocinera ya domina los nuevos equipos del Complejo y es que la modernidad tiene eso, que es muy moderna y puede ahorrarnos hasta los recuerdos entrañables.

Supongo que cada cocinero le hallará sus encantos, no solo en apretar teclas, sino también en mezclar la dosis suficiente de amor con su sazón. Ahí está el secreto de Ana, su manera especial, única, de cocinar hasta un simple arroz blanco con huevos fritos.

Sus compañeros de trabajo expresan que ella no necesita las exigencias de los jefes, porque a la comida siempre le pone corazón y sentimiento, algo mejor que el Sazón Completo.