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Entrevista a Alexy Dumenigo Águila: En ninguna parte se guardan tablillas de barro con los mandamientos para escribir ciencia ficción

Martha Acosta Álvarez |
20 de Octubre de 2020 / 10:30 am
Alexy Dumenigo Águila Premio Calendario 2019

Conocí a Alexy Dumenigo Águila hace ya algunos años, en la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI). Por aquel entonces éramos estudiantes de ingeniería que de vez en cuando nos reuníamos junto a otros escritores y amigos para hablar de literatura. Ahora él acaba de publicar su primer libro, Izokumi, la colección de cuentos con la cual ganó el Premio de Calendario 2019 de Ciencia Ficción.

Alexy ¿en tu familia hay otros escritores o eres un “bicho raro dentro de la especie”?

Que yo sepa, no hay otros escritores. Es una familia de gente trabajadora y honesta. En ese sentido, soy la oveja negra, porque quien escribe ficción tiene algo de mentiroso y necesita horas frente a una página. A eso, de donde yo vengo, se le llama ser un vago. Por mucho tiempo vi a los intelectuales como seres improductivos. Paradójicamente, siempre mis padres me estimularon en mi hábito de leer. En algún punto pude conectar las dos cosas, darme cuenta de que los escritores se ganan la vida trabajando tan duro como cualquiera, en la escritura o en otro oficio, y que alguien debe producir las cosas que leemos.

¿Cómo eras de pequeño? ¿Eras el niño ya con espejuelos que se metía en las bibliotecas, tomaba libros, leía a escondidas en un sótano mientras llovía y se alumbraba con una linterna? ¿O mataperreabas descalzo, sin camisa, en los charcos? ¿Matabas pajaritos? ¿Eras un ecologista o un niño salvaje?

Los espejuelos llegaron a finales de la secundaria cuando se me detectó la miopía. Antes de eso fui un niño sin espejuelos, bastante parecido a los demás niños. La única diferencia era que me pasaba tanto tiempo en la biblioteca, que ya era casi un medio básico de ahí. Las bibliotecarias me pedían ayuda para todo tipo de actividades de la escuela: reseñas de libros para concursos entre escuelas, poemas para los matutinos... Era un niño tranquilo, bastante tímido. Casi nunca mataperreaba y cuando lo hacía, pocas veces terminaba bien. Era muy torpe. Prefería leer, sobre todo aventuras. Luego fue que comencé con la ciencia ficción.

Mira desde dónde viene la ciencia ficción. ¿Por qué te interesa este género?

He escrito cosas que no son del género, pero no me desarrollo tanto creativamente. La ciencia ficción ofrece muchas posibilidades. Más que una camisa de fuerza, me parece un conjunto de recursos que puedes usar o descartar, con el perdón de los puristas. No intento encajar en ninguna definición del género. Si el relato tiene que estar entre la ciencia ficción y la fantasía, también lo hago.

¿Qué opinas sobre la ciencia ficción que se escribe en Cuba actualmente y sobre la difusión que tiene el género?

Hay autores muy buenos, realmente imaginativos. No hablo solo de los ya publicados, ni siquiera de los que ganan concursos. Leyendo cuentos que se presentan a debate en el Taller Espacio Abierto (especializado en fantasía y ciencia ficción) y en el mismo taller literario de la UCI, me ha sorprendido la originalidad de algunos autores desconocidos. Se nota un alejamiento de los cánones anglosajón y soviético del género, debido a la idiosincrasia del cubano y nuestras costumbres, pero también a la influencia de culturas más lejanas, como la japonesa, y la asimilación de códigos propios del lenguaje audiovisual. 

“En cuanto a la ciencia ficción que se publica, y dentro de esta, la que he podido leer, creo que se confía demasiado en la noción del feedback. Esa retroalimentación, basada en referencias entre obras del género y la reutilización de ciertas ideas y tópicos, se ha hecho más sofisticada y muchos la disfrutan, pero cuando se abusa de ella tiende a confundir a más de un lector y les hace perder interés en la historia. Los defensores del género suelen decir cosas como: ‘critican a la ciencia ficción solo porque no la entienden’. Si la historia cautiva, el lector tratará de entender.

“Por otro lado, se desprecia a menudo la ciencia ficción que cruza ciertos límites, experimenta y se mezcla con otras formas narrativas. Hay que tener en cuenta que las definiciones del género no son más que consensos que se han formado con el tiempo. En ninguna parte se guardan tablillas de barro con los mandamientos para escribir ciencia ficción. Cada autor debe crearse sus propias reglas. Ya corresponderá a jurados y editores de revistas especializadas, juzgar si la obra es o no ciencia ficción.

“Sobre la difusión, puedo decirte que es insuficiente para la literatura en general, sobre todo la producida por autores jóvenes. La difusión solo funciona con base en la atención que el público está dispuesto a dar. Y lo que veo cada día, a dondequiera que voy, es un interés muy escaso por la literatura. Estadísticamente hablando, el interés por la ciencia ficción escrita es menor aún.

“De las iniciativas que conozco, el taller Espacio Abierto y el proyecto DiALFa hacen su parte. El poco conocimiento teórico que tengo del fantástico, lo saqué de sus conferencias y fanzines. Cada vez que puedo, voy a sus eventos anuales y en cada nuevo encuentro veo mayor asistencia. 

“Pienso que hay avance. Es parte del cambio cultural que se va gestando en Cuba con las nuevas tecnologías y el acceso cada vez mayor a contenidos de entretenimiento afines al género. Los jóvenes se interesan más por la ciencia ficción y los mayores dejan de mirarla con desconfianza. Es un proceso que puede llevar años, pero me mantengo optimista en ese sentido”.

Sé que eres un lector ferviente. ¿Qué literatura prefieres leer?

Leo de todo, principalmente narrativa. Me gusta ir a una librería y ver qué me encuentro. A veces busco alguna obra en específico de ciencia ficción, ya sea porque es un clásico o porque me la han recomendado. Lo más frecuente es tomar libros de cualquier estante, hojearlos y si algún pasaje me llama la atención, me lo llevo.

¿Te lo llevas?

No. Lo compro. Solo una vez robé, en una biblioteca escolar. El estante quedaba cerca de una persiana, metí la mano y saqué uno de Economía Política. Lo volví a echar dentro.

¿Lees poesía?

Lo intento. Cuando se trata de poesía, soy un lector en formación todavía.

Si sueles visitar las librerías, supongo que estés actualizado sobre los títulos que actualmente se publican en Cuba. ¿Eres seguidor de la literatura nacional contemporánea?

Me mantengo al día con algunos premios que salen. También con libros de gente que conozco, por una cuestión de solidaridad… y porque me parecen buenos. No hay fuerza que me obligue a leer un libro malo hasta el final. 

“Sigo a algunos autores contemporáneos, pero leo sobre todo cosas viejas. Me gusta mucho la literatura del siglo XIX y principios del XX, casi siempre extranjeros. Mucha literatura norteamericana, británica, francesa y rusa. También cosas más antiguas, los clásicos de la literatura griega y latina. Leo mucho más de eso que de la literatura contemporánea. Y la ciencia ficción viene siendo un 10% de todo lo que leo”.

¿Cuáles son los temas que prefieres dentro de tu creación?

Además de la informática y la tecnología, siempre me ha interesado la Historia. También hay temas que me interesan de psicología y antropología, me gusta leer sobre las creencias de otros pueblos, la cultura y la sociedad. Otras veces busco inspiración en lo cotidiano, visto desde nuevos ángulos.

¿Cuáles son tus métodos de escritura? ¿Tienes algún ritual? ¿Te gusta que haya silencio o prefieres escribir con música? ¿Cuál es tu modus operandi?

Me gusta más el silencio. Trato de buscar momentos tranquilos para escribir y de no levantarme hasta que haya escrito cierto número de palabras. Me fijo metas. Pero fuera de eso no hay método alguno, simplemente escribir. Muchas veces no tengo ideas. Escribo lo que sale. Incluso cuando no tiene sentido, siempre se puede aprovechar y sacar de ahí ideas para relatos. Aplico la escritura automática, para desahogarme, sin tener una trama en específico. Eso crea una disciplina y cuando ya tengo una idea sólida para un cuento, al menos me queda la agilidad en los dedos.

Entonces me imagino que el bloqueo creativo no es un mal que padezcas.

Sí, lo he padecido bastante. El bloqueo, según mi propia experiencia, no es por falta de ideas. A menudo me pasa que tengo demasiadas y no logro concretar ninguna. Empiezo a escribir y la idea que tenía no resulta provechosa, entonces salto a la siguiente. Es más bien una falta de disciplina. Lo importante es no agobiarse: si lo hiciste una vez, lo volverás a hacer. Las dudas son parte de esto, tanto como el acto mismo de escribir.

A veces pasa que cuando tenemos una formación de ingenieros y nos aparecemos con esta “doble personalidad” de escritores, mucha gente se pregunta si hemos escogido la profesión correcta, si hubiera sido mejor que estudiáramos una carrera de letras. ¿Qué piensas sobre esto?

Si no hubiera estudiado Informática, posiblemente no escribiría ahora. A mí nunca me gustó la asignatura de Español-Literatura, ni siquiera la Historia como se imparte en las escuelas. Lo que me gustaba era leer, pero en una carrera de letras no me imagino. Creo que mi formación de ingeniero influyó mucho en mi manera de escribir. No tiene nada que ver, pero siempre se nota algo distinto en la escritura de los informáticos de vocación. Supongo que es nuestro lado racional, dándole pelea a nuestro lado creativo. Incluso tenemos una amiga en común que se proponía investigar el tema.

¿Y ahora tienes tiempo para escribir?

Con una o dos horas al día normalmente me doy por satisfecho. A veces paso semanas sin escribir, pero no es por falta de tiempo. El tiempo se hace.

¿Cómo sería un día perfecto en la vida de Alexy?

Un día en que me sienta bien haciendo algo que me gusta, aunque no escriba nada. Si resulta que, además, lleno un gran número de páginas, entonces sería más perfecto aún.
Siendo tú un escritor de ciencia ficción ¿crees en los extraterrestres?

¿En que hayan visitado la Tierra? No. En que existan. Sí. Es un universo muy grande y sería decepcionante que esté ahí solo para nosotros. Tal vez somos el primer borrador de alguna civilización lejana, de algo mejor hecho.

¿Y en las abducciones?

No creo en nada de eso. Lo dices porque tengo un cuento que va del tema… En la mayoría de los casos los extraterrestres, cuando se convierten en personajes, representan seres humanos sacados de contexto. Grupos de personas que no podemos entender, con las que no podemos comunicar. Pero eso lo tenemos en el mundo real, entre países que no hablan el mismo idioma y tienen costumbres diferentes. 

¿En qué consiste tu trabajo en la UCI?

Soy programador, en el Centro de Informática Médica (CESIM). Es un centro de producción dentro de la Universidad que está ligado a la informatización de la Salud. La mayor parte de mi tiempo y creatividad la dejo ahí. Mi trabajo es el gran rival de mi escritura, pero me gusta lo que hago. Y no lo digo solamente porque mis jefes podrían leer esta entrevista.

¿Actualmente cómo se proyectan tus compañeros de trabajo respecto a tu carrera como escritor?

Muy entusiastas. Incluso me han dicho que tener un escritor le da un toque de distinción al equipo. Ya han comenzado a exigir una presentación del libro en la Universidad. En cualquier momento lo ponen en mi plan de trabajo.

¿Cómo te hace sentir el hecho de haber ganado el premio Calendario y que tu primer libro vea la luz con una editorial nacional?

Un premio literario es algo muy circunstancial. No diría suerte, pero depende mucho de las preferencias del jurado que toque ese año, de las obras con las que compite tu libro… No significa necesariamente que tu obra sea mejor que las demás, simplemente que fue juzgada por lectores expertos y te dan la oportunidad de que salga al público. 
“Por eso intento no verlo como algo más grande de lo que realmente es. Se me ha dado una oportunidad de superación y de que esos cuentos lleguen aleatoriamente a cualquier tipo de lector. Porque mucho de lo que he escrito, se leyó en talleres de ciencia ficción, o a informáticos a los que le interesa la literatura, gente que tiene mucho en común conmigo, pero la idea del libro como objeto y el azaroso camino que lo lleva de la imprenta a las manos de un lector X, me parece algo increíble y hasta mágico”.

¿En qué proyectos literarios trabajas actualmente?

Trato de escribir mi primera novela. A menudo me han dicho que utilizo recursos y temáticas más cercanos a la novela que al cuento, así que lo estoy intentando. Pero se me resiste y me siento como cuando empecé a escribir mis primeros cuentos. No tengo la menor idea y eso lo hace más emocionante. Y frustrante también.

¿Hay algún mensaje que quieras enviarle a tus lectores?

Me parece raro hablar de ‘mis lectores’. Puedo contar con los dedos de las manos las personas que sé que han leído el libro. Muchos de ellos son familia o amigos y no los veo como lectores. Por lector, pienso en ese amigo que aún no conozco. Es casi como enviar un mensaje al espacio en una cápsula, por si los extraterrestres lo reciben… y lo entienden… y les interesa. La mayoría de los mensajes que se me ocurren son justificaciones: 

‘Algunos son cuentos viejos. Ya no escribo de esa forma…Intentaré hacerlo mejor en el segundo libro… No se me ocurrió un título más sencillo’.
 
“También quiero decirles que, si después de leer Izokumi, el libro les ha dejado más preguntas que respuestas y les despierta un interés por leer los clásicos, por ver la Historia o el día a día desde nuevos enfoques, por cuestionarlo todo, entonces me sentiré satisfecho”.

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