Una mano en la hermandad
Los hombres crecen, para la vida, ante cada nueva experiencia adquirida. Cuando de logros se trata: la superación, ante los retos diarios; rebasar las adversidades y continuar firmes hacia adelante, amén de su estatura, los convierte en gigantes.
Y para cada uno de los jóvenes cubanos que, un día, formaron parte de ese gran proyecto creado por Chávez y Fidel que fue el Frente Francisco de Miranda (FFM), en Venezuela: cada día, sin dudas, resultó como una de esas lecciones que cuentan, porque -aún cuando por modestia no estén muy conscientes de cuánto significó- aprehendieron lo necesario para entender o transformar el mundo.
Para la profesora Yadira Beatriz Reyes García, trabajadora del Centro CEIGE, Subdirección de Formación, de nuestra casa de altos estudios, fue una experiencia que marcó su vida.
Los inicios
"Ingresé al Frente Francisco de Miranda (FFM) el 29 de enero de 2008, como Asesora en Selección y Captación de Jóvenes del estado Táchira. Teníamos como misión transformar al hombre y convertirlo en hombre nuevo, como definió el Che; guiando a la juventud venezolana desde la organización, formación y movilización permanente y constante por caminos de Revolución; estábamos ayudando a construir la Patria Socialista de la nación bolivariana".
Para formar parte del frente…
“… había que estar claro de que la vida nos iba a cambiar; tanto a los que íbamos en calidad de capacitadores, como aquellos a quienes formaríamos. Al realizar la captación de un joven para el FFM, lo primero que se le preguntaba era si está dispuesto a luchar por la igualdad plena de los hombres, si estaba consciente de la necesidad y el compromiso para con la Revolución bolivariana desde la avanzada principal: la línea delantera de una batalla (…)
"Un joven del Francisco Miranda debe tener cualidades humanas que le permitan trabajar, cercanamente, con el pueblo; compromiso, responsabilidad e interés consciente de intercambiar con las personas desde la convicción de su necesidad de ayuda; características que pueden formarse en la medida que van pasando los meses dentro de la organización: sensibilidad social, humanismo, solidaridad, tolerancia, entrega, valentía y honradez entre muchas otras características que consolidaban la personalidad del misionero y le imprimía iguales características humanas a la labor y actividad que hacían”.
La alegría del deber cumplido
"Pudiera decir que me sentía feliz cuando estaba en los diferentes actos de entrega de bienes a la población; veía en los rostros de muchos de los vecinos del lugar: la alegría de tener a un Comandante como Chávez, cuya principal preocupación era el hombre y el pueblo mismo. O cuando veías que jóvenes, iguales que uno, que estaban perdidos en las calles: víctimas de la violencia, la pobreza, la droga y muchos otros males… eran formados como luchadores sociales incorporando conocimientos que jamás en su vida soñaron tener pues, al ser pobres, no tenían esas posibilidades. Pero lo que más me hacía feliz era ver cómo cada comienzo de curso las guaguas destinadas a llevar a los nuevos que habíamos captados se iban repletas de esperanza y alegría; sentía la satisfacción de haber cumplido con mi deber".
Momentos difíciles
"Uno de los momentos más difíciles de ese período, fue cuando en la escuela, que creamos en las montañas del Táchira, a 4 mil metros sobre el nivel del mar, en una base de campismo; tenía que realizar charlas a todos los estudiantes para hacerles entender y convencerlos de la necesidad e importancia del Frente para desarrollar el país; para sacarlo adelante del subdesarrollo capitalista en que estuviera sumergido por años; la sintonía entre el Frente y la revolución bolivariana, pues el Frente era la revolución bolivariana misma que acogía en su seno a los desamparados, los olvidados, los más humildes: el pueblo en general (…) escuchar sus historias y responder sus preguntas que, a veces para nosotros eran difíciles, pues estaba en juego la promoción de los captados; fue realmente algo que exigió más que paciencia: preparación, solidez en nuestras convicciones y en la labor que realizábamos; pero sobre todo inteligencia y habilidad, en esos momentos debíamos negociar con ellos, de tal manera que fuera una negociación del tipo: ganar - ganar".
Lejos de la Patria
"Acrecentó, verdaderamente, el amor a mi Patria, a mi familia, a mis amigos y compañeros de trabajo… aprendí a valorar muchas cosas que, a veces, con el quehacer diario pasan inadvertidas, pero que cuando estás lejos adquieren un valor inigualable. Recuerdo que muchas noches, cuando ya estaba sola en la habitación contaba cada tablita del techo y mis pensamientos volaban a esta isla hermosa… (…) entre mis pensamiento había uno que era una premisa: yo sí podía cumplir con mi objetivo y llevar a feliz término la tarea encomendada: si todos los días me lo proponía, si ponía el empeño y la fuerza, pero sobre todo la convicción de este ideal… Era difícil, pero no imposible…"
¿Qué significó formar parte de una misión como esta, tan noble?
"Formar parte de esta misión significó para mí una responsabilidad, un orgullo indescriptible: la revolución confiaba en nosotros. Esta misión me permitió, además, conocer el resto de las misiones que, en aquel momento, se estaban desplegando en el país, elemento fundamental para poder tener base y seguir luchando en nuestro país".
La UCI
"Éramos 24 profesores diseminados por casi todos los estados venezolanos, compartíamos nuestras vivencias y anécdotas, todos luchábamos por llevar siempre adelante el nombre de la UCI y de Cuba. Sinceramente estoy agradecida y orgullosa de que la Universidad me tuviera en cuenta para esta misión, pues para mí también fue un curso de enseñanza y formación profesional; le agradezco la oportunidad de conocer a ese pueblo maravilloso, también de tener al profesor Barrios como mi guía".
Anécdota
"Yo vivía en una dependencia de la Misión Milagro, luego de terminar con el trabajo diario del frente tenía la oportunidad de conversar e intercambiar con muchos de los pacientes de dicha misión y con trabajadores de la dependencia con el objetivo, principalmente, de acrecentar las filas del Frente y sumarlos como fuerza al equipo; de esta manera logré que hasta el botones del hotel se interesara en participar en el curso y con ello incorporarse al Frente: cambiándole su manera de analizar y ver las cosas… recuerdo que este muchacho nunca antes se había interesado en votar o en el proceso eleccionario, pues según decía la política no le interesaba; cuando pasó el curso ya reconocía al Comandante Chávez como su presidente: el presidente del pueblo bolivariano".
Son muchos los años que comprometen a nuestra nación, en diversas maneras, todas solidarias, para con diferentes países del mundo. El cubano lo lleva en la sangre. Su vocación es humana, entregada. La mano ofrecida siempre como muestra de hermandad: algo que continúa siendo contradictorio para quienes no entienden cómo desde la humildad de un país se puede compartir la más grande riqueza: el hombre mismo.