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UCIENCIA 2025: Articulación de la Inteligencia Artificial Generativa en la formulación sistémica de proyectos
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Dr. Hugo Ordoñez Erazo, de la Universidad del Cauca. Foto: Cubadebate

Dr. Hugo Ordoñez Erazo, de la Universidad del Cauca. Foto: Cubadebate

Desde la perspectiva del Dr. Hugo Ordoñez Erazo, de la Universidad del Cauca, la conferencia inaugural del XI Taller Internacional de Gestión de Proyectos estableció, con claridad meridiana, que todo proyecto —especialmente aquellos orientados a la transferencia tecnológica— debe sustentarse en un sistema sistemático y en un plan de actividades meticulosamente organizado.

La gestión de actividades, que incluye la organización de tareas y la administración de recursos —económicos y, de forma más crítica, humanos— se erige como pilar fundamental. La experiencia acumulada en proyectos de transferencia, particularmente de software, revela que la coordinación entre tareas interrelacionadas y recursos constituye la piedra angular del éxito.

El planteamiento inicial es primordial: se debe tener absoluta claridad sobre los resultados que se pretenden alcanzar, el impacto deseado y el público objetivo al que se busca visibilizar.

El ciclo de vida de la planeación de un proyecto se inicia con una fase de prevención y planificación, donde nace la concepción inicial. Es allí donde se forja el objetivo general, la brújula que orienta todo el esfuerzo posterior. Este proceso parte, invariablemente, de un maquetado o una herramienta de flujo de procesos, que articula de manera específica la transición hacia la operación y ejecución.

La definición de un anteproyecto se cimienta sobre pilares inquebrantables: la identificación concisa y puntual de un problema específico —pues todo proyecto nace de una necesidad que deviene en problema—, la formulación de un objetivo general claro que defina incluso la identidad y el nombre del proyecto, y una justificación sólida que exponga las razones tecnológicas, así como los recursos humanos y sociales disponibles. Diagnosticar el contexto y delimitar con precisión y empatía el problema es, sencillamente, innegociable. El desarrollo de objetivos específicos, puntuales y alineados con el fin último del proyecto es clave para alcanzar un término exitoso.

La exploración de alternativas y el análisis de viabilidad —prefactibilidad y factibilidad— son escalones críticos. Es necesario analizar el estado del arte y el mercado objetivo para lograr una transferencia tecnológica efectiva, y administrar con suma conciencia los recursos iniciales para no comprometer la viabilidad del proyecto.

Inteligencia Artificial Generativa: Potencial, límites y dilemas éticos en la gestión de proyectos

En este punto, la exposición del Dr. Ordoñez introduce un elemento disruptivo: la Inteligencia Artificial Generativa, un hito en la historia humana cargado de pros y contras. En la formulación de proyectos, la IA generativa aporta capacidades cognitivas formidables, generando una vastedad de ideas que deben ser mapeadas y orientadas. Aporta creatividad, aprendizaje y apoyo en la toma de decisiones, aunque con una advertencia crucial: no todo lo que genera es verdad, ya que sus conclusiones se basan en conocimiento teórico, no en experiencia vivida.

Su capacidad para procesar grandes volúmenes de datos y conectar con la base conceptual mundial la convierte en una herramienta poderosa para automatizar tareas que antes demandaban mucho tiempo, como el análisis de redes, la generación de casos de uso o la creación de documentación y tablas.

Permite tomar decisiones informadas, más allá de la experiencia personal, y su tiempo de respuesta es relativamente corto. Ya se observan aplicaciones concretas en automatización de procesos, generación de contenido, análisis masivo de datos y asistentes personales, lo que incluso está desplazando el uso tradicional de motores de búsqueda.

Sin embargo, el Dr. Ordoñez fue enfático en señalar el principio rector: la IA no reemplazará jamás el conocimiento profundo ni la experiencia humana. La supervisión por parte de expertos es esencial en cualquier fase del proyecto.

Existe un riesgo tangible de jugar a ser dioses, de crear una entidad superinteligente cuyas consecuencias últimas son una interrogante ética de proporciones planetarias. Es imperativo encontrar un equilibrio y establecer hasta dónde se debe permitir que la IA intervenga.

Aunque en tareas como la generación de texto puede aportar hasta un 90 % de eficiencia, existe un peligro latente de perder alfabetización digital y caer en un sedentarismo del pensamiento, una dependencia excesiva que genera lo que se denomina “centralismo cognitivo”.

El futuro de la formulación de proyectos, por tanto, seguirá siendo un proceso riguroso, pero la IA generativa permitirá agilizar, documentar y conceptualizar con un detalle sin precedentes. No obstante, la supervisión humana será indiscutiblemente esencial.

El Dr. Ordoñez ilustró esta necesidad con el dilema ético de un accidente con un vehículo autónomo: ¿de quién es la culpa? Este ejemplo subraya la urgencia de un juicio crítico y de marcos regulatorios que exijan sistemas explicables e interpretables.

El Project Manager del futuro deberá evolucionar hacia un rol táctico y estratégico, con un pensamiento crítico agudo para gestionar la colaboración entre humanos y agentes de IA, optimizando esta sinergia sin caer en la dependencia.

Los desafíos persisten: definiciones inadecuadas, objetivos poco claros, comunicación deficiente y gestión reactiva de riesgos. A pesar de ello, la adopción de la IA generativa en el entorno empresarial ronda ya el 80 % y se proyecta un crecimiento anual del 22 % hasta 2027.

Sus beneficios son cuantificables: automatización inteligente de procesos desgastantes como la documentación, análisis predictivo, generación de código y asignación inteligente de recursos a través de ecosistemas de agentes.

Pero su talón de Aquiles es la carencia de contexto real y de razonamiento común; no posee inteligencia emocional y requiere que se le provea y entrene con el contexto específico.

Los riesgos de seguridad, los desafíos éticos sobre la responsabilidad, el desplazamiento de empleos poco calificados y los problemas de integración son contrapesos significativos a su indudable potencia. Los desafíos futuros pasan por establecer marcos éticos robustos, mejorar la calidad de los datos para evitar sesgos y reducir la dependencia excesiva.

Las tendencias apuntan hacia una hiperpersonalización, la realidad aumentada, los gemelos digitales para simulación y sistemas autónomos que realicen ajustes.

En conclusión, la IA generativa es una herramienta estratégica y crucial que, usada con discernimiento y supervisión humana constante, puede potenciar las capacidades organizacionales y llevar la gestión de proyectos a una nueva era de eficacia y conceptualización, sin que ello signifique —bajo ningún concepto— la abdicación del juicio humano y la experiencia práctica en el altar de la automatización.