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Jóvenes vs COVID19: Los niños son la alegría
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Jóvenes profesores, especialistas y trabajadores de nuestra universidad enfrentan la COVID19

Llegó el domingo 19 de abril, y cuando en Cuba se celebran fechas históricas importantes, en un terreno al oeste de la capital, junto antes del cartel que da entrada a la provincia de Artemisa, sale el sol en la Universidad de las Ciencias Informáticas. Aquí les cuento lo que nos sucedió a los jóvenes que hace 12 días comenzamos la lucha contra la COVID, día 13 de trabajo, y un gran domingo para homenajear a los niños.

Es domingo, y no es diferente a los días anteriores, no podemos descansar, porque de nosotros depende el bienestar de los pacientes.

Bitácora del día.

Comenzamos con las energías cargadas, sobre todo cuando en sólo 2 días terminamos la labor, y sin dudas, hay que hacerlo bien. No vale de nada hacer las cosas bien por 12 jornadas, si al final se deja una mala impresión, hay que estar al 150% hasta el final.

Ya superamos las cifras de pacientes de días anteriores en nuestro centro de aislamiento y también el número de altas, apoyados por los resultados de las pruebas que han ido llegando regularmente. Se mantienen las 92 personas (45 sanitarios y 47 voluntarios de servicio y otras labores). 

Lo más relevante del día fueron las historias de niños, que hoy contamos. 

Marcas del día.

Llanto y cumpleaños.

Alrededor de las 2 de la tarde, estábamos sentados luego de repartir el almuerzo y nos contábamos historias que hoy quedan en la memoria. Llega de pronto en la guagua de la comida nuestro 10mo hombre, con unas jabitas con africanas, huevitos de chocolates, chicoticos, pastillitas de menta, los conocidos spongerush, y otros tantos dulces que hacían agua la boca.

Resulta que, en días anteriores, conversando con una de las pacientes, nos sugiere que deberíamos tener una atención diferenciada con los niños, porque ellos estaban sufriendo de manera especial esta situación. Y sí, es cierto. Resulta que los niños son los que más estaban sufriendo y aquella petición fue convertida en solución gracias al Consejo de Defensa provincial de La Habana que, en unas bolsas con un valor de 20 a 60 pesos cubanos, reunió estas “chucherías” para repartirlas a los menores de 12 años en nuestro centro de aislamiento.

Rápidamente contamos los niños que nos correspondían y los repartimos. Mis sobrinos postizos, Anthony y su hermano estuvieron más que contentos, y tuve el placer de ver esa sonrisa que mostraban aquellos ojitos que sabían que comiendo dulce se iban a dar un banquete. Sin embargo, al regresar el grupo me dijo: escribe esto en el diario, y aquí está la marca.

Uno de nuestros jóvenes, entre los de más experiencia, bajaba con lágrimas luego de llevar aquella bolsa de nylon, al preguntarle si había tenido un dolor nos comentó: “cuando entré y le di la bolsa, aquella niña la abrió, y al ver esa cantidad de dulces empezó a llorar.”

Todos nos quedamos en silencio, sabíamos lo que llega al corazón, todos tenemos un niño en la familia y cualquiera de ellos podía haber estado en esta difícil situación.

Pero la emoción no quedó allí. Teníamos que llevarle su bolsa a David, un niño de 5 años que medía unos 50 a 70 centímetros y le gustaba andar con una camisetica de Bob esponja. Usaba un nasobuco blanco hecho a la medida. Cuando llegamos, nos aguantamos fuerte las emociones, no vaya a ser que lloráramos como con la niña anterior, sin embargo, cuando David abrió su paquete, su sonrisa y una palabra nos removió tan fuerte como las lágrimas: ¡Gracias! nos dijo con una sonrisa enorme, a lo que su abuela nos respondió:

“Ayer fue su cumpleaños y el estaba triste porque no había podido celebrarlo con sus amiguitos, no tengo como pagar este gesto que han tenido con mi niño.”

Quizás David por su edad no recuerde en unos años este momento, quizás aquella niña que nos hizo llorar tampoco, pero sus familias y todos los que vivimos este domingo, guardamos este momento en que unos dulces alegraron la existencia de los más pequeños en nuestro campamento, como un gran momento, uno de los mejores de esta experiencia. Entre llanto y cumpleaños, nos seguimos emocionando.

Ana, ¡Felicidades!

Entre los que repartimos los dulces se encontraba un joven, cuyo guante tenía cuatro dedos, una historia que nos hacía reír desde el respeto y el cariño que le tenemos, pero que trabajaba con nosotros al mismo ritmo, sin tener un segundo de descanso.

Resulta que mientras repartía los dulces, una imagen le vino a su cabeza, su hija Ana que cumplía 5 años este día, y él andaba repartiéndole dulces a niños desconocidos, sin poder darle un abrazo y un beso a su niña.

Le grabamos un video, le escribimos “Ana Papá Te Quiere. Feliz Cumple” en su pecho, y hasta le cantamos felicidades a viva voz y desde nuestros corazones.

Quizás Ana no tenga internet y redes sociales para verse, quizás este cumple lejos de su papá no lo recupere con nada del mundo, pero aquí estaba ese papá, como muchos otros, sacrificando intereses personales por el bien colectivo, dándole alegrías a otros niños, y pensando con todo su corazón en su hija amada.

Para Ana y para todos los niños cuyos padres, madres y familiares trabajan sin descanso contra la COVID ¡MUCHAS FELICIDADES!

Este es un guerrero.

Este Domingo tuve guardia, teníamos 20 capacidades y en cuanto llegaran los pacientes había que llenarlas. Era una guardia sencilla y sin grandes emociones, pero en cuestiones de salud, cuando la vida humana está en juego, eso nunca se sabe.

Luego de acomodarnos con la doctora y los enfermeros estrellas de ese turno, empezaron a llegar los taxis.

Primero dos taxis ruteros con 6 personas cada uno: 5 niños y 7 adultos, una familia numerosa del municipio de Regla cuyo contacto en común dio positivo. Los niños de 7 a 12 años y todos saludables. Era la 1 de la mañana e hicimos todo bien rápido para ubicarlos lo más pronto posible. Una niña “jabada, (color de la piel que en Cuba se refiere a niños muy malditos), de unos ojos bien claros y penetrantes, al llegar al apartamento que le habíamos preparado me dijo mientras cerraba la puerta: "¡Gracias!", ya eso bastó para quitarme el sueño y disponerme a seguir a la espera de más pacientes.

Luego llegó una familia de 4 personas, a la cual atendimos y remitimos para un apartamento, eran familiares de una doctora, que comenzó a tener síntomas de erupción en la piel, y ante la sospecha se le hizo la prueba y dió positivo mientras cumplía con su labor. Estaban muy preocupados, pero luego de conversar con el personal de guardia, entendieron la necesidad de mantenerse aislados y seguros en nuestro centro.

Cuando ya pensábamos que todo había terminado llegaron 2 carros más, en el primero una sola mujer que al ser entrevistada refirió que había dado positivo a un test rápido de coronavirus. Ante esta situación decidimos hospedarla en nuestro centro esta noche, teniendo en cuenta que pasaban las 3 de la mañana y que, aunque era positivo, no presentaba síntomas, aunque al otro día debía ser remitida a un hospital donde si trataran casos positivos.

Es increíble como todos, aún sabiendo la condición de la mujer, la tratamos igual que al resto de los pacientes, y ella que estaba visiblemente preocupada por su salud, no dejaba de mostrar su mayor preocupación: “Mis 3 niños están en otro hospital, que mal me siento.” En ese momento tuve ganas de darle un abrazo bien fuerte y decirle: no estás sola. En vez de eso le expliqué todas las condiciones que tenía, y le dije para animarla: “Sus hijos están bien cuidados, ahora le toca cuidarse a usted”, a lo que ella sonrió mientras subía las escaleras hacia su apartamento y agradecía por el trato ofrecido.

Ya rozando las 4 de la mañana estaban terminando de hacer la historia clínica, medición de la temperatura, presión, y todos los análisis físicos que desde el punto de vista médico se recomiendan, y cual no sería mi sorpresa cuando descubrí que del segundo carro no se habían bajado 4 personas, sino 5. Una mujer de unos 60 años, cargaba en sus brazos a un bebé.

Alarmado al verlo, le comenté a la doctora al frente que cuál iba a ser el procedimiento, nosotros no contábamos con cunas u apartamentos diseñados para bebé. Pero teniendo en cuenta la hora y para evitar que siguieran en el carro rumbo a otro hospital, se tomó la decisión de dejarlos dormir aquí, a lo que la abuela asintió con la cabeza y nos dijo: “No se preocupen, este es un guerrero, no hace falta ninguna condición, el se adapta a cualquier cosa.”

La acompañé con su niño en brazos hasta el apartamento que estaba previsto, la ayudé a tender la cama y a desdoblar un pañal, el cual coloqué en el centro de la sábana para que el bebé pudiese dormir encima de él.

Unos segundo más tarde, cuando lo bajó de su hombro y lo acostó en la cama, se sintió el llanto por el movimiento, un llanto de bebé que a las 4 y 30 de la mañana era un sonido fuerte, pero su abuela tenía razón, ese era un guerrero, dos palmaditas suaves y el inicio de una canción de cuna lo ayudaron a dormirse. Allí quedó con sus dos manitas hacia arriba, sus dos pies abiertos, acostado en una camita que le quedaba inmensa, observado por los ojos de su abuela que estaba preocupada por su hija, caso positivo, y por los 3 vecinos de ellos que los acompañaban, al ser contactos del caso positivo.

Me retiré de la habitación viendo al niño descansar. Lo hice con la alegría de que realmente se le veía tranquilo y cómodo. Además, tenía la tranquilidad de que su abuela era una guerrera igual que él. Me decía “Gracias mijito, y tranquilo que nosotros vamos a sobrevivir”.

Cinco menos cuarto de la mañana, a esa hora comencé a escribir esta crónica. Por supuesto que ya casi amanece y comienza el día 13, pero estas historias hay que contarlas, no para que vayan a un lugar especial, sino para que, al pasar los años, todos recuerden en esta lucha contra la COVID, la aventura de los niños que he descrito hoy.

Pienso en mis sobrinos que hace 13 días no me ven, pienso en los hijos y hermanos de mis compañeros, pienso en esos niños cuyos padres y madres son positivos a la enfermedad. Pienso, me entristece, síntoma de que tengo sangre en las venas.

Y aquí mi mensaje: cuiden mucho a los niños, mantengan sanos a esos príncipes y princesas, a la esperanza del mundo como dijo Martí, a los que saben querer, a los guerreros de la inocencia. Porque cuando todo esto acabe, en tenerlos a ellos sanos y felices, tendremos la mejor de las medallas y el mejor de los premios a nuestra VICTORIA.

Hasta mañana diario.
 

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Jóvenes vs COVID19: un beso grande
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Grupo de primeros voluntarios UCI junto a personal de salud en el Centro de Aislamiento

Seguimos escribiendo de madrugada querido diario, la jornada comienza bien temprano.

Ayer en la noche llegaron los resultados del PCR que se realizó el martes, por tal motivo hoy sábado va a ser un día feliz para muchas personas. De las 60 muestras que fueron analizadas, resultó positiva solo una, y esto, menos para esa persona y su familia, para el resto es motivo de felicidad.

Como en la crónica de ayer hice referencia a momentos duros y tristes, hoy contaré marcas que nos dan alegría y nos dicen: valió, vale y valdrá la pena el esfuerzo realizado, con el permiso del profesor Calviño.

Antes de dormir una persona especial me dijo: “Estoy orgullosa de ti, un beso grande a ti y a todos los jóvenes que están en esta batalla.”
Yo espero poder transmitir ese mensaje y, en algún momento cuando todo esto pase, poder recibir ese beso.

Bitácora del día

Este día comenzamos con las energías cargadas. En la madrugada no se llenó la manzana de edificios número 23, por lo cual hoy continuarán llegando personas. Nos informan que son de los municipios de Guanabacoa y San Miguel del Padrón; estamos preparados para darles las mejores de las atenciones. Ya superamos los 600 pacientes totales y las 150 altas, gracias en gran medida a que hoy sábado, salieron bien temprano todos los pacientes cuyos PCR fueron negativos y pasan a una cuarentena en casa por 14 días.

Las tropas se han estabilizado en 83 personas y las cifras siguen en 43 sanitarios y 40 voluntarios de apoyo.

Lo más relevante del día fueron las salidas masivas. Fue reconfortante ver que las personas nos identificaban (al personal que los atiende) como su familia y nos gritaban que nos cuidáramos y que estuviéramos sanos.

La batalla continúa y en este día seguimos contando historias.

Marcas del día.

Apoyo de todos:

Este sábado tuvimos que trabajar duro. Luego de realizar las acostumbradas labores, nos dedicamos a hacer tareas extras. Con estos récords de temperatura, hemos sudado mucho los trajes de protección, al punto de tener que cambiarlos más de una vez al día.

El nasobuco cada dos horas es sustituido, y tenemos en nuestra fuerza de voluntad, el mejor impulso para seguir trabajando.

Hoy me ha impresionado sobremanera cómo se necesita el apoyo milimétrico y coordinado de todos para que la labor salga bien.

Si tenemos al mejor doctor y no tenemos buenas enfermeras, no hay una atención de calidad. Si los vigilantes epidemiológicos y el personal de servicio no hacen su trabajo con efectividad, se corre el riesgo de que algo falle y se echa a perder el esfuerzo de jornadas.

Luego de tanto trabajar durante el día, llega la tarde y subo al cuarto de Daimy, madre de una niña de 13 años que le acompaña. Su esposo fue positivo hace una semana ya. 

A ella, sus compañeros de recursos humanos de servicios aeroportuarios le han mandado muchos saludos y muchos mensajes. Esposa de un oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, no deja de darme las gracias y decirme: “Gracias Joven, por tu apoyo, por el apoyo de esta Revolución”. Pero yo no puedo dejar que se me atribuya ese mérito y le respondo: “No es el apoyo mío, es el apoyo de todos”.

Súmame a la causa.

Observó mi foto en internet, un amigo en común la publicó, y aunque nada más que se me ven los ojos, se dieron cuenta porque decía la publicación que era en la UCI, y si era en la UCI, los jóvenes como yo, iban a dar el paso al frente.

Me escribió con la ayuda de la tecnología y me dijo: 

- Oye, ¿por qué no me llevaste contigo? Me hubiese gustado estar aquí.
- Esto está difícil Laura, es un trabajo bien duro.
- No importa, yo quiero estar, súmame a la causa.

Bastó que le contara un poco de las bitácoras de días anteriores, que le dijera las emociones que había vivido hasta el momento, y esa joven no pudo evitar sentirse atrapada entre las cuatro paredes de su casa.

- Pero estar en casa es una forma eficiente de combatir el virus, le dije.
- Yo no quiero quedarme en casa, no soy de esas. Yo quiero aportar, no puedo quedarme sin ayudar a mi país.

Fue entonces que me di cuenta: lo que estábamos haciendo los nueve jóvenes de la UCI que empezamos y los once trabajadores de la salud, no había cambiado solo la vida de nosotros, también había cambiado la de muchas personas que nos conocían.

No era un simple gesto humanista, era el gesto que sumaba conciencia, que sumaba voluntades a la lucha. 

Esta prueba no falla.

El nuevo coronavirus ha sido tan contagioso y tan letal para el mundo, en buena medida porque no siempre se muestra de la misma manera, y nosotros desde la zona roja, nos hemos percatado de esto. Tenemos personas que, a tres días de haber tenido contacto con una persona infectada, ya comienzan a mostrar síntomas. Otras han pasado los catorce días asintomáticos y al realizarles la prueba, han resultado positivos. Por último, algunos, la mayoría, entre el séptimo y décimo día es que comienzan a sentir los síntomas.

Hoy nuestro centro de aislamiento realizó la no despreciable cifra de 200 pruebas PCR. En términos matemáticos, es la séptima parte de lo que se realizó en el país, y esto permitió dar tranquilidad a todos los pacientes asintomáticos que tenemos aislados.

En las próximas 48 a 72 horas estará el resultado. En la noche de hoy los jóvenes especialistas que realizan las pruebas no dormirán, pero en nuestro Centro de Aislamiento tendremos a 200 pacientes que esperarán una respuesta para saber si son positivos y se van para un centro hospitalario a recibir todos los tratamientos, o si son negativos y serán dados de alta. Es la cuarta vez que se realiza la prueba en lo que vamos de trabajo, y ya sabemos cómo son los procedimientos médicos.

Los pacientes, siguen con los mismos miedos, algunos piensan que los van a pinchar, cuando el PCR es una prueba en la cual lo que se hace es tomar una muestra de saliva o secreciones de la boca del paciente. Pero lo que siempre se repite es que todos los que se realicen la prueba, tendrán la tranquilidad. Y así nos lo dijo Roberto, un señor mayor de 67 años: “Estamos seguros, esta prueba no falla y esperamos salir sanos”.

Nosotros los jóvenes acompañamos a las enfermeras y especialistas a realizar la prueba. Se trasladaban con sumo rigor a través de las cuatro manzanas de edificios con pacientes, sin temor a contagiarse, debido a todas las medidas de seguridad. Pedían abrir la boca e introducían el bastoncillo, en ese gesto, daban una batalla segura contra la Covid-19.

Seguiremos en la pelea, este sábado es otro que la Covid-19 nos ha quitado de festejar, de salir a compartir con nuestras parejas, nuestros amigos, pero sé y estoy seguro, que ese beso grande que me deben, será dado junto a muchos abrazos cuando tengamos la oportunidad. Nos tomaremos un aire por todas las personas que no pudieron vencer la enfermedad, y jamás olvidaremos ese momento de la historia en el que nos enfrentamos los Jóvenes vs la Covid-19. 

Son muchos los momentos felices, pero este sábado, cuando recibimos frente al puesto de mando un enorme aplauso de los pacientes que en tres ómnibus salían de alta, fue enorme la gratificación. Es indescriptible el placer que se siente que te aplaudan por una labor que has hecho, y que esas personas que no te conocían, hoy te den todo su afecto sin haberte visto la cara, con solo conocer tus ojos. Seguimos cosechando emociones.

Nos vemos mañana diario.
 

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Nota informativa sobre el personal del MES en el exterior en tiempos de COVID19
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Nota informativa sobre el personal del MES en el exterior en tiempos de COVID19

El Ministerio de Educación Superior ha mantenido un seguimiento permanente a todo el personal que se encuentra en diferentes países, en estos momentos. La continuidad o salidas al exterior, así como el regreso a Cuba de profesores, investigadores y estudiantes cubanos, dependerá del restablecimiento de las condiciones epidemiológicas ocasionada por la pandemia de la Covid-19, declarada por la Organización Mundial de la Salud.

Los becarios cubanos que realizan estudios en el exterior, como parte de los programas de becas gubernamentales y de los convenios interuniversitarios, así como, los profesores e investigadores que realizan otras acciones de intercambio académico y científico deberán respetar las indicaciones de las instituciones extranjeras donde se encuentren. Su regreso estará sujeto a las autorizaciones correspondientes que deben emitir las instituciones cubanas y el MES y a las posibilidades reales de vuelos hacia Cuba en esta etapa.   

A los becarios que les corresponde viajar de vacaciones a Cuba este año, podrán disfrutar de las mismas, dependiendo de los ajustes en los programas académicos de las instituciones extranjeras donde se encuentren, de la apertura de las fronteras y de la reanudación de los vuelos en ambos países. Siempre se requerirá de la conciliación con sus instituciones, el MES, los OSDE y OACE correspondientes.

 Los candidatos a las convocatorias de becas, aprobados o en proceso de aprobación, para iniciar estudios el próximo curso (en particular a través de las becas ofrecidas por los gobiernos de la Federación de Rusia y de la República Popular de China) serán informados de los resultados a través de sus instituciones cuando la selección esté concluida. Las salidas dependerán de que se haya decretado la normalidad en Cuba, del reinicio de los programas académicos para extranjeros en los países receptores y de la reapertura de las fronteras tanto en Cuba como en los países de destino.

 Los movimientos de ida, regreso o vacaciones de los colaboradores contratados a través de las empresas correspondientes, dependerán de las disposiciones que se emitan por estas, previo acuerdo con cada colaborador y sus respectivas instituciones. En todos los casos, se deberán tener en cuenta las condiciones epidemiológicas de cada país, las posibilidades de vuelos y los movimientos aprobados.

Todo el personal de las instituciones del MES que se encuentra en el exterior debe mantener una comunicación permanente con sus instituciones cubanas, con las universidades que los acogen y con las misiones diplomáticas de Cuba en los países donde se encuentran. 

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Jóvenes VS Covid-19: Mensaje al país
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Primer grupo de jóvenes contra la COVID19 en el Centro de Aislamiento UCI-MINSAP

¡Buenas madrugadas querido diario! Hoy he descubierto la verdadera utilidad de que existas. La televisión cubana, envió a una periodista del noticiero estelar a entrevistarnos, sin embargo, a pesar de haber transmitido mensajes importantes, creo que faltaron cosas por decir.

Cosas como la emoción que siento cada día al estar aquí, al estar cumpliendo con el deber. Como la emoción que sale de mi pecho ante cada gesto de agradecimiento, de apoyo, de que lo que estamos haciendo es ser parte de la historia.

Sí, se me ocurren muchas cosas para hacer en 10 días en casa, se me ocurren muchas cosas para hacer en la comodidad de un hogar, pero lo vivido aquí, queridos lectores, no tiene precio. Mirarle a los ojos al temor, a la muerte, pero también a la vida, a estar sanos, a la gratitud cuando se brinda un servicio de calidad.

Bitácora del día

Este día comenzamos el trabajo en una nueva manzana de la universidad, a las manzanas 30, 27 y 25, se suma la 23. Las cifras hoy superaron los 550 pacientes recibidos y se espera que, con la apertura de la nueva manzana de edificios, aumenten las capacidades y por consiguiente, las personas que visiten nuestra Institución.

También ronda el centenar de personas que han salido de alta, sobre todo los pacientes cuyos resultados de la prueba del PCR fueron negativos, los cuales son dados de alta y remitidos a observación epidemiológica por 14 días más en su área de salud.

Ya llegamos a 80 personas en las tropas, entre los 40 del personal sanitario (médicos, estomatólogos, enfermeros) y los 40 del personal de apoyo. Recordando que a los trabajadores de la Universidad se han sumado trabajadores del gobierno y de centros educacionales y de servicios del municipio de La Lisa, en La Habana.

Gracias por leer este diario y sigan cuidándose en casa y apoyando, desde donde les toque, para que el país y el mundo erradique la pandemia. Nosotros los jóvenes seguiremos luchando.

Marcas del día

Hoy llegaron los resultados de las pruebas PCR que se realizaron el pasado miércoles. Llegaron antes de las 72 horas y, de un total de 60, fueron positivas 5 personas para un acumulado de 6 hasta el momento. Es impresionante, porque todos estos casos han estado asintomáticos, sin embargo, la prueba de PCR con el rigor que se realiza, no deja margen a las dudas, son positivos al SARS-COV-2.

En el listado llamó la atención algo, de las 5 personas, 3 tenían una historia impresionante, esas historias las contaré a continuación en las marcas del día, los nombres varían para proteger la identidad de las personas, pero son historias vistas por estos ojos, de eso no hay ninguna duda.

6 años:  Olivia es una niña de 6 años. Entró a este centro de aislamiento con su padre y su madre, los 3 habían sido contactos de un caso positivo. En el tiempo indicado se les realizó el PCR, sin embargo, al recibir el resultado la menor fue la única positiva.

La doctora miró a la enfermera mientras veía el resultado, ambas me pidieron les acompañara a dar la noticia.

Caminamos rumbo a el edificio donde se encontraban, al llegar se nos pararon enfrente.

- Familia, tengo que darles el resultado del PCR.

- Díganos doctora, estamos esperando.

- Ustedes padres son negativos, pero Olivia es positivo, por lo cual, debemos remitirla para un hospital.

Miren, les confieso que por momentos como este no estudié medicina, aunque era el sueño de mis abuelos. Yo observaba con detenimiento y dejaba a la doctora hacer su labor, pero lo que sucedió después, movió todas mis fibras.

El padre se puso las manos a la cabeza y empezó a enrojecerse, la madre se llevó las manos entre el nasobuco y los ojos y empezó a llorar, la niña, esa niña inocente de sólo seis años, se acercó a la doctora, y con lágrimas en los ojos dijo: “¿Estoy enferma, me voy a curar?”

¿Qué responder? ¿Qué decir? Fue entonces cuando la doctora se arrodilló para llevar sus ojos a la altura de ella, y le explicó que los niños son más fuertes contra la enfermedad, y que vamos a tomar todas las medidas para cuidarla, y la primera, es llevarla con su mamá para un hospital, pero que tiene que ser fuerte y prometerle que se va a curar y se va a poner bien.

- Te lo prometo doctora, pero cuida a mi papá.

- Lo cuido, pero cuídate tú.

Es así como partieron rumbo al Hospital Dr. Luis Díaz Soto (Naval) de La Habana, allí tienen a el contacto que había dado positivo.

La ambulancia se aleja con la madre y la hija, el padre mirando al piso no para de llorar y decir: “Por qué, ¡¡¡por qué no a mí!!!” Yo, yo sigo haciendo mis labores diarias y pidiendo a la vida que mantenga sana a esa familia y que, dentro de unos meses, esta pesadilla para ellos sea recordada como un mal recuerdo.

Margarita: Margarita tiene más de 80 años, está un poco sorda, tiene un cáncer de mamas, y presenta varios de los problemas que pueden complicar al organismo ante la presencia de la Covid-19: hipertensión, diabetes, es una persona de riesgo en términos médicos y es una abuelita a la que tenemos que cuidar en términos de nosotros, los jóvenes.

Llegó a nuestro Centro de Aislamiento el miércoles, pero ya llevaba más de siete días del último contacto con su hijo, caso positivo al coronavirus. Por ello, teniendo en cuenta su edad y los riesgos para su salud, se le practicó la prueba.

Fue complicado para poder atenderla, no caminaba bien, se apoyada en las muletas, y realmente estar sin un acompañante es duro para una persona de su edad.

Fue de las personas que no comía casi nada, y tuvimos que gestionar una sopa bien rica para lograr abrirle el apetito.

Era la tercera de los cinco casos positivos, una tristeza adicional, por ello, sabíamos que darle la noticia debía ser de una manera muy especial y con mucho tacto.

Al llegar a su apartamento, estaba sentada viendo el noticiero, y la doctora se quitó el nasobuco con un gran autodominio, (Margarita sí lo tenía puesto), y en una voz alta y pausada, moviendo los labios de manera expresiva dijo:

- Margarita, tengo una noticia que darle, usted es positiva para la Covid-19, ¿me entiende?

- Sí, que soy positiva, la entiendo.

- No se preocupe, que la vamos a atender y haremos todo lo posible para que se cure.

- Sí, no me preocupo, lo único que quiero es que se lo digan a mi hijo, yo confío en ustedes, y le digan que no lo culpo por enfermarme, que estoy bien.

- Confíe en nosotros, vamos a cuidarla, y le daremos el mensaje a su hijo.

De esta forma Margarita asintió con la cabeza, sabe que tiene una enfermedad mortal, pero sabe que no la van a dejar desamparada. Es duro ver a una persona de su edad sola, que no tiene la misma movilidad que los jóvenes, que no es particularmente igual de resistente a las enfermedades, pero que, con todas sus dolencias, no va a renunciar a luchar y va a seguir viviendo por nosotros, y por su hijo.

No puede permitirse que su hijo piense que le hizo daño. Y es ese brillo en los ojos el que me invita a pensar que todo va a estar bien, y que esperemos, Margarita saldrá con vida de esta batalla.

Llegó la ambulancia que le correspondía trasladarla hasta el Hospital Salvador Allende, (La Covadonga conocida popularmente), los paramédicos utilizaron la silla de ruedas y la rampa de la ambulancia. Nos despedíamos de ella, la tristeza rondaba los pechos de todos, pero el combate tenía que seguir, teníamos que atender al resto de los pacientes.

Padre de familia: Yovanny tiene unos 34 o 38 años, es el padre de Anthony y Andy, dos niños hermosos y sumamente inteligentes. Su madre dio positivo a la Covid-19, y él fue el quinto y último caso de este día. A pesar de alertar a la familia que se encontraba aislada, sobre que debía mantener el distanciamiento social y el uso del nasobuco, en varias ocasiones sorprendí al padre sin nasobuco y teniendo contacto con sus hijos.

Por eso, cuando supe que él fue positivo, no me agradó nada la noticia, sabía que debían dejar a los otros cinco integrantes de la familia: los niños, su hermano y su novia y su esposa, en cuarentena y aislamiento durante otros siete días sin síntomas, hasta repetir el PCR a ellos nuevamente, para descartar cualquier contagio.

Cuando la doctora se acercó a ellos, él fue quien abrió la puerta y dijo:

- Dígame doctora, estoy enfermo yo, o mis hijos.

- Usted Yovanny, usted es positivo a la COVID.

- Y entonces, qué hace ahora mi familia.

- Su familia se queda aquí mismo, con las mismas condiciones, pero sin usted. Lo trasladaremos a un hospital donde se agrupan los casos positivos, para protegerlo, separado de los suyos.

- Está bien, pero sigan atendiendo a mis hijos en lo que necesiten. Me voy tranquilo porque confío en que van a estar bien. Yo soy el padre de la familia, y los dejo en sus manos.

Fue en ese momento que Andy, de apenas un añito se acercó con su nasobuco con un colmillo de vampiro y le dijo: ¡Papá!, ¡Papi!, ¡Cárgame!

¿Cómo decirle a un niño de un año que su papá no lo va a poder cargar en más de 14 días? ¿Cómo decirle que hay un virus que tiene al mundo detenido y que no deja expresar el amor?

Sencillamente diario, no hay palabras para describir lo que se siente, tanto Margarita, como Olivia, como este padre de familia, nos confirman algo que no sale en los noticieros, ni en una noticia de cinco minutos, porque no cabe en una cámara.

Nos confirma que a este virus lo tenemos que enfrentar todos juntos, quedándonos en casa por la niña que no puede estar con su papá, por la abuela que enfrenta al coronavirus sola sin su hijo, y por el padre que no va a poder cargar a su niño en brazos.

Hoy aprendí que para ser doctor hay que estar listo para dar estas noticias, tener un corazón bien fuerte para no llorar, y tenemos por encima de todo, que estar preparados para dar apoyo y dar amor, las únicas medicinas que, aunque no curan físicamente, están aliviando el dolor del alma en todas las familias que encontramos con situaciones similares a las que vivimos hoy.

Mañana continuamos escribiendo, eso sí, no dejes de apoyar y de pensar en que se curen estos pacientes. Hemos aprendido desde pequeños, como cubanos que tenemos sangre y amor en venas, que apoyamos y sentimos como nuestro el dolor de cada paciente.

Seguimos en la pelea, viviremos y venceremos a la Covid-19, ese es el mensaje que, desde el corazón le enviamos al país, y ya tendremos momentos para disfrutar de los abrazos y besos que hoy están guardados.

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Diana Castillo: “Debemos estar donde seamos más útiles.”
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Llegaron a inicios de semana o al menos fue el primer momento en que los vi. Es fácil distinguirlos pues, aunque llevan su nasobuco y como los demás, no salen a la calle si no es necesario, sí llevan siempre un pulóver blanco que lo explica todo: son del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI).

Alegre y con una belleza que cautiva, Diana es una de las jóvenes de ese grupo de valientes que se incorporó a los voluntarios para laborar junto al personal de la salud, en el centro de aislamiento UCI-MINSAP. Estaba en su casa, con los suyos, pero cambió todo eso y ahora está aquí ¿por qué? “Nadie me obligó, asegura Diana. Conozco la necesidad que tiene el país de personas que ayuden en los centros de aislamiento y quién mejor que los jóvenes para incorporarnos.”

En nuestra segunda conversación bien tarde en la madrugada, me recuerda un mensaje que me había enviado por WhatsApp: “esto creo que no te lo dije en la entrevista.” Ella y su novio Daniel, estaban apuntados como voluntarios en el reparto Bahía, debían incorporarse más adelante, “pero como supimos que en la UCI era más necesario por sus dimensiones, nos acercamos y buscamos la forma para ayudar aquí.”

De 23 años de edad, hija única, dice “tener suerte”. Primero porque “mi novio está aquí conmigo, los dos somos compañeros de batalla. Y segundo porque mis padres son muy comprensivos y atemperados con la realidad que vive el país. Saben que Cuba nos necesita y, aunque les duele y preocupa que su hija esté aquí, se sienten orgullosos de mí. Saben que estoy dónde debo y dónde realmente hago falta. Me pidieron que me cuide mucho y que coma bien.”

Sus clases en el ISRI no incluyen procedimientos de desinfección, ni siquiera cómo ponerse correctamente una bata, los guantes o el gorro verde. Pero las circunstancias obligan y se aprende sobre la marcha

“Preparada 100% creo que una nunca lo está. Mi mayor temor es infectarme (mis compañeros y/o yo) o contagiar a algún paciente. Para superarlo sigo las medidas que nos enseñaron y sobre todo trato de controlar la mente. Lo psicológico es importantísimo en estos casos, no nos podemos deprimir. ¡Ánimos siempre arriba! Ese es el mayor reto, lo mejor es mantenerte con la mente ocupada, siempre pensar en positivo, bueno, en este caso negativo.” Por encima de todo, nada ni nadie le borra la sonrisa.

Al llegar a la Universidad de las Ciencias Informáticas, Diana y sus compañeros fueron recibidos por Walter Baluja, Rector de esa casa de altos estudios y también por Rogelio Polanco, Rector del ISRI. “¡Qué más podíamos pedir! No había tiempo para mucho, solo para las explicaciones e indicaciones generales.”

Al entrar a la zona roja del Centro de Aislamiento, la joven nos cuenta que la vida y las rutinas diarias cambian por completo. “Nos despertamos sobre las 6 - 7 am. Servimos desayunos, almuerzo y comida en la manzana que nos toca, tramitamos cualquier inquietud o necesidad de los aislados, limpiamos los apartamentos y los preparamos con sábanas toallas y jabones para nuevas entradas. Recogemos la basura, le entregamos las habitaciones a nuevos casos, las altas y todas las tareas que haga falta.”

Cuando somos jóvenes, el tiempo libre es oro, sin embargo… -Diana me interrumpe- “¿Tiempo libre? ¿Qué es eso? Bueno, creo que es de 1 a 3 am, esa es la hora en la que me conecto e intercambio con mis amistades. Además de lavar, claro, eso es diario.”

Tanto esfuerzo y dedicación, tiene como mejor recompensa el reconocimiento de las personas a quienes ayudan, aquellos que se encuentran en el Centro de Aislamiento por sospecha de contagio con la COVID19. “La gran mayoría de los pacientes te agradecen, nos aplauden, se tiran fotos, se preocupan de que no pasemos trabajo. Hay otros que nos han dicho que ellos en nuestro lugar no vendrían aquí de voluntarios. ¡Imagínate si todos pensaran igual!”

Pero Diana no quiere reconocimiento, tampoco se arrepiente de la decisión que tomó al venir a este lugar. “No me arrepiento ni un poco, saber que estoy aportando algo al país en momentos claves, para mí es más que suficiente.” Asegura que volvería si fuese necesario, después de los 14 días que tendrá que cumplir como parte de los procedimientos para cuidar su salud.

“Si, claro que vuelvo, pero luego de un tiempo de descanso. Para disfrutar de mi familia, dormir algunas horas,disfrutar la comidita caliente casera, hacer ejercicios, tomar bastante agua, subir un poco de peso y mantener mi mente despejada.”

Ya es tarde en la noche, o temprano en las primeras horas de un nuevo día. Ahora la protagonista de esta historia busca su teléfono, del cual se desprende durante todo el día, para intercambiar con su familia, amigos y compañeros. Todos tienen muchas preguntas, se interesan por su salud y le dan consejos que siempre se agradecen.

El mensaje de Diana para ellos es claro: “Que se cuiden mucho, pero que sepan que el país los necesita, nos necesita a nosotros los jóvenes, y si alguien nos necesita, debemos estar donde seamos más útiles.”

En el futuro no muy lejano, esta muchacha estará representando a Cuba en las Naciones Unidas como continuadora del ejemplo de Raúl Roa. A su familia contará este momento de la vida como un recuerdo, una marca que el tiempo no borrará jamás. Pero eso será mañana, hoy no hay tiempo para muchas cosas, hoy Diana junto a sus compañeros, ayuda a salvar vidas.

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Diana juntos a algunos a otros voluntarios en el Centro de Aislamiento

Noticias

Jóvenes VS Covid-19: Quiero que vivas
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Querido diario, en los últimos días hemos vivido momentos que llenan de emoción, te lo advierto para que sepas que lo que vas a leer, no es más que un cúmulo de sentimientos. Quienes leyeron los días anteriores han dicho que son historias del corazón, y creo que sí, tienen razón.

Los jóvenes que trabajamos contra la COVID-19, no lo hacemos por beneficio económico ni personal. Lo hacemos porque estuvimos en el momento y el lugar correcto, y tuvimos la mejor de las decisiones: estar aquí, en la primera línea de combate, apoyando al país para que tenga la menor cantidad de vidas humanas en riesgo, y eso, eso es lo que defendemos cada día en que nos levantamos para hacer funcionar nuestro Centro de Aislamiento UCI-MINSAP.

Síntomas de la COVID-19

Muchas ‘’cosas médicas’’ hemos aprendido por estos días, y cuando digo muchas, son bastante en realidad. Desde poner un guante que, al principio tardábamos cinco minutos y ahora es cuestión de segundos, hasta poder determinar, por la apariencia de una persona, por su forma de expresarse, si tiene síntomas o no.

Hemos aprendido que la COVID-19 tiene como síntomas comunes: fiebre, cansancio y tos seca. También sabemos que algunas personas pueden experimentar: achaques, congestión nasal, nariz que moquea, dolor de garganta y diarrea.

En promedio transcurren entre 5 y 6 días desde que alguien está infectado con el virus hasta que se muestran los síntomas, sin embargo, puede demorar hasta 14 días.

Las personas con síntomas leves que, por lo demás están sanas, deben aislarse por sí mismas y buscar atención médica si tienen fiebre, tos o dificultad para respirar. En nuestro país, se practica un protocolo muy anticipado, en el cual se aísla a todo aquel que, aunque no tenga síntomas, haya tenido contacto con alguna persona diagnosticada como positiva, que al juzgar por el porciento de mortalidad que tiene la enfermedad hasta la actualidad, tiene bastante efecto, y para que funcione, depende de contar con todos los recursos materiales y sobre todo humanos, que sustenten el aislamiento.

Traer un paciente sospechoso de tener el SARS-COV-2 en un vehículo, realizarle una historia clínica, ubicarlo en un apartamento, cuidarlo y protegerlo hasta que salga de alta con un PCR negativo a los 14 días, o hasta que presente algún síntoma que requiera una institución médica superior al área de aislamiento, requieren sin dudas muchos recursos, pero sobre todo, muchas personas valientes que luchan por la vida.

De historias de personas que salieron de nuestro Centro de Aislamiento con los síntomas rumbo a un hospital y de personas que sufrieron un percance durante su estadía, aquí va nuestra crónica de hoy.

Bitácora del día

Las tres manzanas de pacientes siguen en ebullición. Los taxis y ambulancias no se detienen; unos traen a pacientes nuevos, otros remiten a algunos a centros asistenciales más especializados, algunos llevan a sus hogares a aquellos que lo requieren.

Las cifras totales ascienden a más de 400 pacientes entre las tres cuadras de edificios, con 38 miembros del personal de la salud: doctores, enfermeros y otro personal sanitario, así como 25 jóvenes voluntarios. Se incorporan a este grupo de la UCI, jóvenes profesores y trabajadores del Municipio La Lisa, de la capital cubana.

Marcas del día

Las de hoy no llevan mucha presentación, representan al ser humano cuando se enfrenta al peligro para su vida. No puede evitar sentir y expresar ese sentimiento de diversas maneras, pero siempre vive fuertes emociones.

Padre y madre por COVID-19: Esteban es doctor de profesión, pero no fue él quien se enfermó. Su esposa fue positiva a la Covid-19 y, automáticamente, lo aislaron a él con sus dos hijos, 14 años la niña, 4 años el chico. Siendo las diez de la noche, el varón comienza a sentir falta de aire, el padre preocupado llama a la doctora de guardia.

La especialista lo tiene claro, un poco de fiebre, tos seca, y un ruidito en los pulmones, hay que venir a buscarlos inmediatamente, el que tiene síntomas es el menor, pero por el contacto que tuvieron todos con la madre y por lo peligrosa y contagiosa que resulta la enfermedad, es cuestión de tiempo para que todos tengan síntomas.

Una hora después cuando ya se disponían a dormir para esperar el traslado al otro día, llegó la ambulancia que los trasladaría a un hospital pediátrico de la Habana, respuesta eficiente de estos héroes anónimos que trabajan en el SIUM. El objetivo era claro: cuidarlos y brindarles los primeros auxilios, así como los medicamentos requeridos para evitar complicaciones. Está demostrado que, mientras más a tiempo se ataca la enfermedad, más posibilidades hay de sobrevivir.

Sólo pude ver de lejos, con la distancia requerida, la cara del padre. Cuánta preocupación en un rostro, cuánto temor, cuánto sentimiento en una sola cara. Sobre su espalda pesaba la preocupación por su esposa, su hija, y su hijo. La familia que había construido con mucho esfuerzo se veía amenazada por una enfermedad, y él como médico, no podía hacer nada.

Le dije: “Padre, fuerza, que van a estar bien” y él me contestó: “Confío plenamente en la medicina cubana, y gracias, las fuerzas me las dan todos cuando nos tratan así. Es duro tener fuerzas cuando sabes que tu familia está mal, pero hay que hacerlo”.

Suspiró y subió a la ambulancia. Sus caminos y su salud, estarán en manos de la medicina, esa que el estudió y que ahora lo trata como un paciente, tiene que ser padre y madre por la Covid-19. Yo lo vi haciéndolo muy bien.

Día triste: La segunda historia no es de pacientes y es una de las marcas más difíciles de este diario. Algunos dirán que no debía escribirla, porque violo la intimidad quien voy a hablar, pero yo sé que esa persona cuando pueda leer el diario, va a entender que todos nos sentimos muy mal por lo que pasó, y que él, siendo un joven más, es motivo de orgullo para sus compañeros y todos los que lean esta marca. He aquí lo sucedido.

Cada día, los jóvenes del campamento llevamos un pomo de hipoclorito a cada apartamento, para garantizar la limpieza y la desinfección de los cuartos y las superficies comunes.

Resulta que uno de nosotros estaba preparando la solución de 200 milímetros de cloro y 1300 milímetros de agua, cuando, por cuestiones de mala suerte, saltó un poco del cloro que estaba envasado y le cayó en sus ojos. Estuve cerca, vi su dolor, el agua constante lo mitigaba, pero era fuerte. La enfermera al frente arrancó en un carro hacia el principal hospital oftalmológico, el transporte y el sistema de salud está preparado. Luego de un diagnóstico, quemaduras leves y de 24 a 72 horas de reposo total. Había sido más susto que otra cosa, y, aunque peligroso, no debe tener repercusiones para su salud.

Unas horas después, a este mismo joven le llega la noticia del fallecimiento de su abuela.

Miren lectores, habíamos terminado de comer, y mientras él reposaba sus ojos, y sentía el dolor por la pérdida de su ser querido, todos bajamos las cabezas y perdimos los ánimos en un silencio abrumador.

Toca repartir la merienda nocturna a los pacientes. Llegó el carro y esto nos movió de nuestro shock. Al terminar, antes de acostarnos, fuimos a preocuparnos por sus heridas en los ojos y en el corazón.

Ya quería volver a trabajar, seguro estoy que esa energía que le imprime a la tarea, desde el primer segundo, dando toda su alegría a cada paciente que atiende, sería lo único que le curaría las heridas físicas y las del alma.

Hoy fue un día triste, pero de esos que enseñan el valor de nuestros jóvenes. Hay que tener fuerza para resistir heridas físicas y mentales como las que he descrito. No hubiese querido nunca escribir esta marca, pero sirva de homenaje a nuestro compañero de lucha contra la Covid-19, y que pase el tiempo que pase, sus ojos y sus sentimientos sean sanados con la satisfacción del gran trabajo realizado. Seguiremos venciendo a la Covid-19.

Cúrate y Vive:  Lorena tiene entre 30 y 35 años, su hija Melanie tiene unos 16, cursa el primer año de gastronomía en el barrio habanero del Vedado. Llegaron en la tarde del miércoles. Venían nerviosas, pero cuando vieron las condiciones del alojamiento, sus caras comenzaron a alegrarse. Habían sido contactos de la madre de Lorena, diagnosticada como positiva a la Covid-19, y se encontraban como asintomáticas hace cinco días.

Las habían trasladado aquí y confesaron que nunca habían visto a la UCI, y que le llamaron la atención las grandes instalaciones y esculturas: “Esto es una ciudad, que cuartos más grandes, no se parece a la beca en la que estuve”. Eran cosas que nos decían al llegar, mientras disfrutaban de un cuarto preparado para su aislamiento. Esa noche dieron más de veinte veces las gracias por el trato, y por instantes, no parecieran estar enfermas.

Hoy alrededor del mediodía, en la visita que le hacen los médicos y enfermeras se lanza al aire una alerta, Melanie no podía oler nada, pérdida del olfato que no le permitía saber ni siquiera el olor de su perfume favorito, ese que en sus 16 primaveras era el que más usaba. Una auscultación, una toz seca, y fue suficiente para el dictamen: “Van para un hospital remitidas, están comenzando a tener síntomas”.

Ante cada una de las decisiones médicas, las escuchamos con mucha atención, aprendemos de ellas y vemos las reacciones. Tuve la tarea de ir a buscar a madre e hija cuando llegó la ambulancia. Se me atoró la garganta, sólo les digo eso. La chica llena de alegría, ahora no estaba alegre, miraba hacia el piso y tenía los ojos envueltos en lágrimas. No pude evitar sentirme mal, pero traté de mejorar la situación y le dije: “Dime Mel, cómo te sientes, esa mala cara es porque te sientes mal” y me dijo: “No muchacho, es que tengo miedo de que le pase algo a mi abuela y a mi mamá, yo me siento mal, pero estoy preocupado por ellas. – lo expresó con un carácter de una muchacha de más edad.

La madre no pudo aguantar el llanto. La chica también, yo me adelanté y le dije:

“¡Quiero que vivas chica! Necesitamos de gente alegre como tú, tu abuela, tu mamá y tú van a estar bien, tienes que prometérmelo, para que hayan valido la pena los chistes que te hice”.

Ella sonrió y, envuelta en lágrimas asintió con la cabeza.

La puerta de la ambulancia se abrió, montaron y salieron rumbo al hospital. Puede ser que nunca las vuelva a ver, pero confío en la medicina cubana y en que la vida me va a permitir ver a esa niña sonreír de nuevo, o al menos le va a dar vida para que haga el cuento. No puede ser que el abrazo de su abuela le haga tanto daño. Una marca más que no olvidaré: te enfrentaremos Covid-19, por Mel, por su madre, por su abuela y por todos los que van a vivir.  ¡¡¡Te enfrentaremos y te ganaremos!!!

Hasta mañana diario… seguiremos contando historias.