Daybel Antonio Acosta Martín: «A mis compañeros le digo que no le teman a esta tarea que es muy bonita, aquí sales aprendiendo cosas nuevas, a madurar, a ser una persona organizada.»
Daybel Antonio Acosta Martín: «he demostrado que la juventud de Cuba sigue en pie y pueden confiar en nosotros»
Daybel Antonio Acosta Martín: «A mis compañeros le digo que no le teman a esta tarea que es muy bonita, aquí sales aprendiendo cosas nuevas, a madurar, a ser una persona organizada.»
La voluntad de apoyar a quien lo necesita y en el momento más importante, caracteriza a Daybel Antonio Acosta Martín como a muchos otros jóvenes del país. En sus múltiples misiones dentro del Centro de Aislamiento, ahora Complejo Hospitalario UCI-MINSAP, este guerrero ha sido constante en su quehacer. Es que decir 10 rotaciones, para quienes han prestado servicios, es causa de asombro y reconocimiento.
«Recuerdo que se lo comenté a mi madre y con lágrimas en los ojos me dijo que estaba bien, que aquí iba a iniciar mi historia, que esta iba a ser mi Sierra Maestra».
Los días no difieren mientras atiendes las necesidades de todo el personal quienes exigen, muchas veces sin palabras, un desempeño extraordinario de cada uno de ellos.
Cuando apenas se avizora la luz del nuevo día ya muchos han comenzado sus funciones para garantizar los primeros eventos de la jornada; seis comidas al día, los análisis, tratamientos, control de síntomas, aseguramientos logísticos, de mantenimiento, estrés y desesperación de los aislados, limpieza de áreas y apartamentos, avituallamiento y mensajerías, son solo algunas de las tareas a las que harán frente.
Luego se suman los nuevos ingresos, las altas que dan un motivo de alegría entre tanto agotamiento y para cerrar, comienzan los análisis de estadísticas, partes y conclusiones de la marcha.
«(…) recuerdo en mi segunda ronda en el Centro de Aislamiento, cuando trabajaba en mi segunda rotación que entraron dos niñas pequeñas () y cuando fui a buscarlas para ingresarlos la niña más pequeña se escondió debajo de la mesa y gritaba -médico no me inyecte- ya luego cuando fuimos a llevarle los alimentos ellas comenzaron a acercarse a nosotros y después era quien nos abría y sonreía, nos tiraba besos, nos llamaba desde el balcón y el día de alta cuando estaban montando a la guagua nos llama ¡médico! Y comienza a bailar.»
Y es que entre tanto por hacer apenas queda tiempo para un baño o merienda y la resolución de sus propias necesidades, pues ya solo restan unas pocas horas para que dé inicio esa nueva jornada que habrá que cumplir con pericia y compromiso.
«A mis compañeros le digo que no le teman a esta tarea que es muy bonita, aquí sales aprendiendo cosas nuevas, a madurar, a ser una persona organizada; y es que no puedo con una palabra expresar todo lo que aprendí aquí; he hecho una familia, amistades, he aumentado mi potencial, he demostrado que la juventud de Cuba sigue en pie y pueden confiar en nosotros y que la Revolución es para largo.»
